La sangre de los crucificados Félix G. Modroño

La sangre de los crucificados

¡Aquel crucificado tenía el rostro de su amigo Manuel, torturado y asesinado tres meses atrás!

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Ambos, el fámulo a pie y el vizconde en su cabalgadura, salieron del recinto amurallado por la puerta Óptima, dejando a un lado la cárcel, y bajaron hasta los molinos.

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En las aceñas de Olivares se observaba cierta actividad y las lavanderas también habían madrugado.

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El doctor se subió, una vez más, a su caballo y tomaron el camino de la catedral, a través del Carral Mayor.

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Soy don Fernando de Zúñiga, vizconde del Castañar y doctor en medicina de la universidad de Salamanca.

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Los dos hombres llegaron al convento de San Esteban.

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Encontraron su cuerpo, sin vida, frente a la Casa de las Muertes.

La sangre de los crucificados...después de la celebración de uno de los duelos que tenían lugar en la calle del Desafiadero, muy próxima a su casa.
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El cielo se vistió de rosa y de violeta para magnificar la estampa.

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Ésas son tierras de brujas y espíritus malignos.

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Al sol le dio tiempo a pasearse durante algunas horas por el paisaje serrano antes de que el vizconde se despertara.

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Acababa de recordar que los carmelitas tenían un santuario en el desértico valle de Las Batuecas, junto a la sierra de Francia.

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Alguaciles, reos y religiosos salieron de la Plaza Mayor.

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A pesar de no residir en Madrid, don Fernando quizás fuese la persona que más conocimientos tenía sobre la salud del monarca.

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Entró en el convento de la Encarnación el mismo año de su fundación.

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Los haces de sol más tempraneros se atrevían a rozar con esmero las casas de pescadores, decorosamente hacinadas en Triana.

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...una flamante iglesia de tres cuerpos de altura, magníficamente decorada con alegóricos azulejos.

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Un grupo de obreros colocaba, sobre los dos pozos del recinto, unas estatuas recién traídas de Génova.

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Descubrieron una salida lateral que utilizaron para no tener que volver a pisar las lápidas.

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Clavado en una cruz de pino de Flandes, dirigía su mirada suplicante al cielo.